Cuando enseñamos a los niños a leer, no solamente les enseñamos a descifrar los sonidos de las letras y de las palabras, sino que les enseñamos también a poner el sentido a esos sonidos. Queremos que entiendan lo que leen. La lectura de comprensión es una parte fundamental de lo que en realidad significa saber leer.
Nosotras sabemos leer, pero, ¿cómo podemos aprender a leer bien la historia que Dios está escribiendo en nuestra vida? ¿Sabemos interpretarla bíblicamente?
Debemos aprender a leer nuestras historias a partir de lo que está escrito en nuestras Biblias ( desde Génesis hasta Apocalipsis) acerca de Dios y de cómo Él escribe las historias de su pueblo, del mundo y de cada persona.
Así, por ejemplo, sabemos que Dios ama y puede rescatar a su pueblo de tribulaciones. Y para que su mano de poder y su gloria sean manifiestas, Él mismo lleva a su pueblo a las pruebas. Pensemos, ¿No fue Dios mismo quién llevó a José a Egipto? ¿No fue Él mismo quién llevó a los Israelitas a la orilla del Mar Rojo? ¿No fue Dios mismo quién llevó a su hijo Jesús a la Cruz? ¿No fue Él mismo quién incitó el corazón de Nerón para empezar una persecución en contra de los Cristianos? Y en todas estas historias vemos un tema que no cambia: Dios es glorificado y su pueblo bendecido.
Cuando estamos inmersas en todas las historias Bíblicas podemos aprender a leer la historia en la que estamos hoy. Muy probablemente no vamos a entender absolutamente todo los que pasa ni por qué pasa, pero al menos vamos a estar muy bien amarradas a los pilares de la historia que sí podemos entender, los que están cimbrados en el carácter inmutable de Dios.
Cuando pasamos por una prueba podemos leer la historia equivocadamente si pensamos, por ejemplo, que nuestros pecados pasados (aquéllos que ya hemos confesado a Dios y de los cuáles ya nos hemos arrepentido) son la causa por la que hoy batallamos en ciertas áreas. Si nos hemos arrepentido, entonces Dios nos ha perdonado y no nos viene a echar en cara una y otra vez lo que hicimos hace 10 años. Y si Dios ya echó a los profundo del mar esos pecados, entonces no tenemos ninguna razón, ni ningún derecho para seguir trayéndolos a nuestra mente de día y noche. Aprendamos a leer nuestra historia a la luz de la Biblia: Si estamos en Cristo, somos nuevas criaturas, las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas. El perdón de Dios no es temporal.
Pero quizá preguntas, ¿qué pasa con esos pecados que trajeron consecuencias tangibles a mi vida con las que hoy sigo viviendo (por ejemplo, un divorcio, un embarazo fuera del matrimonio, la pérdida de un trabajo por un robar, etc..)? Pues las buenas noticias están en la Biblia también. Al leer todas las historias del Antiguo Testamento vemos una y otra, y otra vez que Dios promete dar a los que se arrepienten su perdón y completa restauración, pero Dios también nos da su misericordia para caminar en las consecuencias de esos pecados. Y si lees estas historias bíblicas una y otra vez, verás que cuando Dios perdona, aún cuando hay consecuencias reales, Él nunca pide a su pueblo que se arrepienta cien veces por el mismo pecado. Si Dios es el que justifica, ¿quién acusará a sus escogidos? Ciertamente el Diablo tratará de acusarnos mil veces, ¡pero nunca Dios mismo!
Otra manera en la que es importante que aprendamos a leer nuestra historia a la luz de lo que vemos en la Biblia, es que Él siempre obra para bien de su pueblo y para que su nombre sea glorificado.
Cuando estamos pasando por pruebas difíciles en las que no entendemos nada, y no podemos ver la luz a la salida del túnel, podemos estar seguras (porque estamos empapadas de la narrativa bíblica), de que al final todo va a obrar para nuestro bien y para la gloria de Dios. Eso es algo que Dios nunca cambia en la manera en que Él escribe nuestras historias.
Así que tenemos dos opciones en medio de las pruebas. Podemos enfocarnos en lo miserable que es nuestra situación y alimentar un espíritu de amargura y desagradecimiento (transformando nuestra historia en una aún más miserable), o podemos enfocarnos en ver y agradecer las misericordias que Dios derrama para nuestro bien y alabar su gloria aún en medio de las pruebas. Esto hicieron Pablo y Silas en la prisión, ¿recuerdas la historia? La puedes leer en Hechos 16.
Cuando estamos sumergidas en la narrativas bíblica vamos a ser más rápidas en reconocer que todas nuestras pruebas han sido diseñadas a nuestra medida por Dios mismo. No vamos a perder el tiempo tratando de pensar en quién es el culpable de nuestra situación (¿será por los pecados de mis bisabuelos que hoy estoy pasando por ésto? ¿será que la religión falsa de los abuelos me está afectando? o ¿la manera en qué mis padres me lastimaron tendrá que ver con qué yo no pueda salir adelante?), sino que vamos a enfocarnos en hacer las preguntas necesarias para pasar la prueba y pasarla firmemente.
Algunas de las preguntas del examen de “lectura de la comprensión de la vida” son las siguientes (nota: en la vida Cristiana todas las pruebas, todos los exámenes son a Libro abierto: la BIBLIA!):
¿Cómo puedo obedecer a Dios en medio de esta situación? ¿Cómo puedo bendecir a mis enemigos -o “personajes difíciles”- en esta circunstancia? ¿Qué puedo aprender del carácter de Dios en medio de esto? ¿Seré yo el “Saúl” en esta historia? ¿Será mi actitud como la del hermano mayor en la historia del hijo pródigo?
Al leer tu historia a través de los ojos de la Biblia atrévete a verte en el espejo de la Palabra y ver que a lo mejor eres la mujer necia de Proverbios y no la sabia. O quizá eres más como la mujer que anda de casa en casa (o de una red social a la otra) con comezón de oír, siempre escuchando (y dando “me gusta” o “no me gusta”) pero nunca aprendiendo, nunca en paz. No asumas que eres la “buena” en la historia. Deja que la Palabra te Dios te lea a ti.
Que Dios nos ayude a leer más nuestras Biblias (toda de Génesis a Apocalipsis!) para leer mejor nuestras historias.
Bajo su sol y por su gracia,
Becky Pliego
Una respuesta a «¿Cómo lees tu historia?»
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