
“La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros, sino para Tu nombre, por causa de Tu amor y Tu verdad” Salmos 115:1
Han habido muchas situaciones en mi vida, donde mi fe ha sido probada , así como mi obediencia. Puedo pensar en los grandes eventos como la muerte de mi bebita al nacer, ciertas dificultades en mi matrimonio, y las innumerables oraciones de ruego por aquellos a quienes amo. Muchas veces he sentido que esa espera es demasiado larga y la tentación de perder esperanza , desanimarme, y enfocarme en mis circunstancias inmediatas en vez de ver a Cristo y descansar en Él ha sido muy real.
¿Cómo se ve esa obediencia práctica en medio de todo esto? ¿Cómo respondemos con esa obediencia fiel cuando estamos pasando por problemas y nuestros pensamientos parecen ahogarnos?
¡Volteamos a ver a Cristo!
Esa es nuestra esperanza . Vemos a Cristo y no nuestra situación.
Yo no siempre he orado cuando he estado en mi punto más bajo, pero otros han orado por mí para que yo continúe viendo a Cristo. Muchas veces he perdido mi temperamento tratando de forzar sentido en aquellos a quien amo, sin embargo, Cristo me ha traído a arrepentimiento. Yo he sido lenta para aprender, pero Él no ha sido lento para enseñarme. He sido infiel, pero Él ha sido siempre fiel.
¡Es Cristo completamente, mi querida lectora!
¡Es completamente Él! ¡Voltea y ve a Cristo!
Muy seguido pienso en el día en el que oiremos las palabras: “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor”, y yo sé que gracias al trabajo terminado por Cristo, que seré llamado bueno y fiel, que podré pararme en su presencia y verlo.
¡Que promesa tan hermosa!
¿La ves?
¿La crees?
Si tú ves a Cristo, tus problemas y dolores te traerán a los pies de la cruz. Una vida de ruego por sus misericordias, una vida de oración bañada en lágrimas, pidiéndole al Señor que apresure su respuesta, que incremente tu fe. Tal vez te sientes como un viajero cansado, uno que busca un lugar para descansar de todos sus problemas. Amiga, déjame decirte, ¡El descanso está a la vista! Continúa caminando. Continúa perseverando. Continúa viendo a Cristo. Cree en Él. Cree en Su palabra. Vamos a entrar a Su descanso , porque lo ha prometido a aquellos que esperan en Él. No pierdas la vista de Cristo. Mantén tus ojos en Él.
Leo en su santa Palabra que todos los que vinieron a Él, fueron sanados. Él dijo “¡Vive!” Y los muertos vivieron, los leprosos fueron sanados, los ciegos vieron. Y así oramos “Señor, por favor, dí esa palabra, solamente dila, y mis amados vivirán. Y después, en obediencia fiel, continuamos viendo a Cristo y esperamos con paciencia.
Esperamos y seguimos orando y llorando , no como los que lloran sin esperanza, sino como los que ven a Cristo, el autor y consumador de nuestra fe, el ancla de nuestra esperanza.
También, esa obediencia fiel es manifiesta al aprender contentamiento con Su voluntad en nuestras vidas. Porque sabemos que lo que Él hace es siempre bueno y lo mejor para nosotros en cada situación, podemos perseverar sabiendo que en nuestras circunstancias, estamos siendo santificadas, siendo hechas más como Cristo. Y ¿no es esa la meta? ¿Ser más como Cristo en nuestro carácter? Entonces veamos a Cristo más y más.
Al ver a Cristo y arraigarnos a Él, imitamos a Job, quien no pecó acusando a Dios de nada malo incluso en sus más grandes problemas (Job 1:22). La respuesta de Dios a los sufrimientos de Job, no fue una explicación o una voz de un porrista en la distancia. La respuesta de Dios fue : CONOCE QUIEN SOY YO.
Nuestra obediencia fiel a Dios, no está basada en cuanto entendemos o no acerca de nuestros problemas y sufrimientos, pero en el carácter de Dios. Cuando vemos a Cristo, podemos ver como Él es todopoderoso, soberano, y bueno. Y nuestra completa sujeción a Su voluntad, en obediencia fiel, es la correcta respuesta de nuestros corazones a Él.
Así que, ora y ve a Cristo. Ora y ve a Cristo cuando no sientas ir a Cristo. Ora y ve a Cristo como el hombre que insistentemente pide pan al vecino hasta que el vecino se cansa de tanta insistencia y le da lo que pide. Ora y ve a Cristo incluso cuando sientas que estás sola en el cuarto. Ora y ve a Cristo en privado. Ora y ve a Cristo sin cesar (y si caes, solo levántate y comienza otra vez, tantas veces como sea necesario). ¡Él escucha nuestras oraciones!
“Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen.” Salmos 103:13
¡Él tiene y tendrá compasión de nosotras! ¡Que promesa!
Veamos a Cristo.
Norma.
photo credit: Dayne Topkin
Debe estar conectado para enviar un comentario.