Una mujer como Dios manda

Una Mujer Como Dios Manda Parte 1

Si eres una mujer Cristiana, tu deseo debe de ser querer ser una mujer “como Dios manda”. Una mujer que en todas las áreas de su vida refleja a Cristo y que en todas las áreas de su vida busca a Cristo.

En el libro de Proverbios encontramos varias descripciones de una mujer sabia contrastadas con descripciones de la mujer necia. Y me queda claro que las hijas de Dios sabemos cuál de esas dos mujeres queremos ser y cuál debemos imitar.

En Proverbios 14:1 (les recomiendo leer todo el capítulo) leemos un punto que quiero tomar de partida en esta serie que voy a estar compartiendo:

“La mujer sabia edifica su casa;
más la necia con sus manos la derriba.”


La mujer sabia edifica y la necia derriba. No hay una tercera opción. Quedarte en un punto intermedio, gris, “neutral” no existe como opción porque no existe tal lugar de neutralidad. Como mujeres o somos sabias o somos necias. O construimos o edificamos. Y quién determina si estamos haciendo una cosa o la otra, no somos nosotras, sino el Señor que nos creó y quién es la fuente de la sabiduría.

En el huerto del Edén, cuando Dios creó al hombre y a la mujer, les dio el poder y la autoridad para gobernar y subyugar la creación, para edificar una cultura. Sabemos la historia. La mujer es seducida por las mentiras y la adulación de la Serpiente, come del fruto prohibido, y cae en un pecado profundo llevando consigo a su marido.

La mujer, que había sido creada para edificar, cae en la necedad y al dudar de la Palabra de Dios declara con sus hechos que no hay Dios, sino ella misma y sus pasiones.

El pecado original con el que nacimos todos los seres humanos desde la caída no nos permite hacer aquello para lo cuál fuimos creados. La mujer que fue creada con la posibilidad de edificar, nace queriendo derribar.

No podemos comenzar a edificar con sabiduría en nuestras propias fuerzas. Imposible.

¿Qué necesitamos?

Necesitamos ser redimidas. Necesitamos venir a Cristo y arrepentirnos de nuestro deseo de querer edificar usando como referente lo que a nosotras nos parece que es sabio sin tomar en cuenta a Dios. Nos tenemos que arrepentir de querer edificar, como los hombres que edificaron Babel, un nombre para nosotras mismas. No vamos a poder llegar nunca al Señor, buscando gloria para nosotras. Nos tenemos que arrepentir de querer edificar una vida y una familia sobre cualquier otro fundamento que no sea Cristo. Nos debemos arrepentir también de insistir en derribar lo que Dios ha establecido como algo bueno: el orden bíblico en el hogar y la iglesia. Nos debemos de arrepentir de nuestro deseo obstinado de esconder, defender y excusar nuestros pecados – cambiándoles inclusive de nombre.

Si no confesamos nuestros pecados, si no nos arrepentimos de ellos, si no buscamos en Cristo la gracia para apartarnos de ellos no vamos a poder edificar nada, sino que todo lo que toquemos con nuestro pecado, como si fuera magia, va a terminar siendo derribado, todo será una montaña de escombros.

Nuestra mayor necesidad es la redención. Cuando venimos a Cristo, Él no nos echa fuera, nos lava, nos transforma. Y a través de Su palabra nos equipa para que podamos, ahora sí, edificar sobre el fundamento que es Cristo. Solo así es que cada ladrillo que pongamos lo haremos con la sabiduría de Dios sabiendo que va a dar fruto para vida eterna.

La mujer sabia que vive edificando su vida y la vida de los que están a su alrededor, es una mujer que al saberse perdonada teme al Señor (Salmo 130:4). Su vida diaria es caracterizada por el temor al Señor de principio a fin.

El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;
los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza”. (Prov. 1:7 énfasis mío)

El fin de todo discurso oído es este: Teme a Dios guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.” (Ecl. 12:13 énfasis mío)

Y en todas las áreas de su vida, porque es una mujer que está inmersa en la Palabra de Dios, ha aprendido a amar lo que Dios ama y a aborrecer lo que Dios aborrece.

“El temor de Jehová es aborrecer el mal;
la soberbia y la arrogancia,
el mal camino,
y la boca perversa aborrezco.” (Prov. 8:13)

Así que, recordemos que es imposible ser una mujer sabia que edifica su casa, su vida, la de los que la rodean si no estamos en Cristo. Si no hemos sido redimidas vamos a seguir derribando, aunque insistamos que estamos edificando. No nos engañemos a nosotras mismas, o estamos edificando junto con Cristo, en Cristo, o estamos derribando.

Corre a Cristo y corre a Su Palabra. Es ahí en dónde está lo que necesitamos para edificar algo eterno.

Empieza a edificar tu vida sobre la Roca que es Cristo. Y ahí en dónde la Providencia de Dios te tiene, edifica. No olvides que es en lo ordinario, en dónde hemos sido llamadas a edificar, a obedecer. No allá, en esa situación ideal que solo existe en tu imaginación; no en la “otra” casa que tiene más espacios amplios, no en aquella otra circunstancia, en esa otra iglesia, con esa otra familia, etc. Una mujer Cristiana sabia, sabe y confía en la Providencia de Dios para su vida. Y se aplica ahí, en ese lugar a obedecer y a dar fruto.

Pero, ¿qué pasa si te parece que ya es demasiado tarde? ¿Qué hace una mujer si hoy se da cuenta de que ya han pasado muchos años de derribar neciamente? ¿Es posible reedificar cuando una está parada en medio de ruinas?

La buena noticia es que en Cristo, siempre hay una salida, y en Cristo siempre hay la oportunidad de edificar. Mi pastor siempre nos recuerda que Dios nos toma dónde estamos, no dónde deberíamos de haber estado. Y eso es muy buena noticia.

Te recomiendo muchísimo leer Esdras y Nehemías. En estos dos libros podemos ver justamente este principio. Los israelitas están en el exilio a causa de su pecado, Jerusalén está en ruinas, las murallas están derribadas, la esperanza de reconstruir, de reedificar parece imposible. Pero Dios ama escuchar el clamor de su pueblo quebrantado, Dios ama ayudar al que clama por misericordia, al que aún en la aflicción y en la vergüenza de su pecado regresa a Él. Y es así que vemos el milagro: Dios abre la puerta y provee los medios para que la la reedificación sea posible.

En dónde estés regresa a Cristo, corre a Él. Ve a su Palabra, clama por misericordia, pídele al Señor gracia y sabiduría para obedecer y poder edificar (o reedificar). Esta es la clase de oraciones que Dios ama contestar.

Bajo Su sol y por Su gracia,

Becky

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