Si somos mujeres Cristianas creemos que nada pasa por accidente o coincidencia. La Providencia Divina, que se refiere a la manera en que Dios ordena todas las circunstancias para que Su voluntad inquebrantable se cumpla, es la que nos ha traído hasta aquí hoy.
Ese debe de ser siempre nuestro punto de partida cuando nos ponemos a pensar y a tratar de analizar las cosas que están sucediendo en nuestras vidas. Si empezamos ahí y nos mantenemos ahí, no vamos a hacernos preguntas equivocadas. Y es más difícil, por lo tanto, que lleguemos a conclusiones equivocadas.
Estamos viviendo en este tiempo extraño porque Dios, en Su sabia Providencia Divina nos trajo aquí. Y aquí tenemos la responsabilidad de ser obedientes, agradecidas.
Una de las cosas que nos ayudan a ser obedientes y agradecidas en las circunstancias adversas es el contentamiento cristiano.
Si sabemos con certeza que Dios es Quién nos trajo a esta situación, podemos entender porque el quejarnos y el murmurar de nuestra situación es un pecado grave. Dios odia la queja y la murmuración (en varios pasajes de Éxodo y Números lo vemos claramente) porque lo que en realidad hacemos cuando murmuramos y nos quejamos es darle voz a nuestra incredulidad.
Cuando murmuramos y nos quejamos y no practicamos contentamiento, estamos dudando de la sabiduría de Dios. Nuestro descontento revela que en el fondo creemos que Él se equivocó en traernos aquí. Y que nosotras, en nuestra propia sabiduría, hubiéramos escogido otra historia, otra trama, otros personajes, otro lugar.
Cuando caemos en este pecado ponemos en duda la bondad de Dios. Creemos que Él no es bueno, “porque nadie ‘bueno’ escogería esta situación para nosotras”. Esto es bien grave, pero es lo que la queja y la murmuración nos llevan a creer.
El descontento también nos lleva a alejarnos del Señor, de Su Palabra y la oración. Murmuramos en nuestro corazón algo como, “¿Para qué leer la Biblia y para qué seguir orando si parece que Dios no me oye?”
Una actitud de murmuración y queja y descontento siempre te va hacer creer algo como que tu actitud pecaminosa es causada por el pecado de alguien más. Por ejemplo, ahora que estamos en cuarentena mundial, a lo mejor tú dices (o piensas) algo como “Yo siempre soy agradecida y llena de contentamiento, pero la actitud de mi esposo y mis hijos todo el día en casa es lo que me ocasionan reaccionar así…” Se honesta, ¿si se acabara la cuarentena mañana mismo, se acabaría tu descontento?
Cuando dejamos de practicar contentamiento, inmediatamente empezamos a practicar el descontento y la queja. Es o una actitud o la otra. No hay un punto neutro. Y noten como usé la palabra practicar. Nos ejercitamos en una actitud o en la otra. Tenemos que enfocarnos, con la ayuda del Señor, a practicar contentamiento.
¿Cómo practicamos contentamiento? Primero lo primero, reconociendo que Dios en su sabia Providencia es Quién me trajo a este lugar, a este momento. Después dando gracias a Dios (¡a Dios! No a la vida en general) en todo y por todo (Ef. 5:20 y 1 Tes. 5:18-24). Y luego llevando nuestros pensamientos, sentimientos, palabras, y acciones que están infectadas de ingratitud, de queja y de murmuración a la cruz. Debemos enfrentar estas actitudes seriamente y arrepentirnos de ellas.
Ahora sí, comencemos a practicar contentamiento. No va a ser fácil al principio. Es como cuando empezamos a hacer ejercicio, siempre es difícil y siempre es más fácil no hacerlo. Ya tenemos una rutina y esa rutina no incluye practicar algún ejercicio, entonces cambiarla, cambiar los hábitos va a requerir practica y mucho trabajo.
Practiquemos ser agradecidas con Dios y con los que están a nuestro alrededor. Vayamos a la Palabra que es nuestra ancla y nos ayuda a que nuestros pensamientos y emociones no pierdan el rumbo.
Como mi Pastor nos dijo en algún momento, este es nuestro tiempo de brillar, de mostrarle al mundo que creemos que Dios es soberano y sabio y bueno. No desperdiciemos este tiempo en el que Dios nos está dando tantas oportunidades de practicar contentamiento. Empieza hoy, ahí en donde estás. Ya lo sabes, Dios te trajo aquí.
Bajo Su sol y por Su gracia,
Becky Pliego
Debe estar conectado para enviar un comentario.