
¿Qué es lo que principalmente enseñan las Escrituras?
Lo que principalmente enseñan las Escrituras es lo que el hombre ha de creer respecto a Dios y los deberes que Dios impone al hombre.
Jn. 5:39; 20:31; I Jn. 1:3,4; Ro. 15:4; 1 Co. 10:11.
La pregunta 3 del Catecismo Menor de Westminster usa la palabra “principalmente”. Esto significa que las Escrituras enseñan otras verdades las cuáles debemos creer y recibir. Pero “principalmente” enseñan lo que debemos creer acerca de Dios y nuestro deber delante de Él. Nuestro deber y la doctrina acerca de Dios están unidas en esta pregunta.
¿Qué enseñan las Escrituras principalmente acerca de Dios? Dios es la cabeza. El Creador de todo lo que está arriba en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra. Su providencia y Soberanía, Su plan y efectivo de redención para Su pueblo desde la eternidad pasada a la eternidad futura desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo, todo apunta a Su Hijo Jesucristo. El autor y consumador de nuestra fe. El trabajo Trinitario de Salvación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Su Santidad,
La segunda parte de la pregunta es nuestro deber que Dios impone al hombre. ¿Cuál es este deber? Nuestro deber es creer lo que las Escrituras nos enseñan. Tomar la Palabra de Dios como verdad y como la primera y última autoridad. Debemos creer en Jesucristo, pero no sólo creer en Él, sino por medio de la fe, poner nuestra confianza y esperanza en Él para la salvación de nuestras almas, acompañada de buenas obras. Porque fe sin obras es muerta.
Hermanas, debemos examinar constantemente nuestras vidas en luz de la Palabra de Dios. No engañándonos a nosotras mismas simplemente por haber hecho un día una oración de aceptar a Jesús en nuestros corazones somos salvas y nuestras vidas siguen iguales. Nuestros corazones necesitan ser transformados por el Espíritu Santo. Necesitamos que Él nos dé un corazón de carne en vez de piedra. Sólo Él puede hacerlo. Necesitamos fe. Necesitamos ser transformadas desde lo más profundo de nuestro ser, porque sin ese cambio sobrenatural, nuestras mejores obras son nada más que telas viejas, trapos de inmundicia.
Una vida obediente sólo es posible conociendo a Dios (al Dios de las escrituras, no el de nuestra imaginación o deseos carnales) y es el deber de cada una de nosotras obedecerlo. No es algo “bueno” que le damos a Dios como caridad. Él nunca es el recipiente de nuestra caridad. Nosotros somos las recipientes de Su caridad y piedad
Una fe fundada en el conocimiento y doctrina de las Escrituras, así como una vida obediente, es el deber principal de cada creyente. No seamos oidoras solamente de la Palabra, sino hacedoras. Seamos sinceras delante de Dios que conoce lo más íntimo de nuestras vidas, los rincones más secretos.
Norma Tochijara
photo credit: Nathan Dumlao
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