Amo hacer escuela en casa, porque puedo ir a la fuente del parque a probar los barcos que hicimos con unos botes de leche vacios.
Son los momentos tan sencillos como este, o cuando emocionadísima me dice, “Mami, hoy vamos a aprender a multiplicar por diez”, los momentos que quieres atesorar y que al final del día te hacen decir:
Sí, vale la pena, estamos haciendo lo mejor, lo más increíble.
Por nada cambiaría esta vida, este caminar, es verdaderamente apasionante.
Y todo, al final del día es gracia.